Es la aparición de náuseas y vómitos severos y persistentes más frecuente en el primer trimestre de embarazo, puede conducir a la deshidratación, pérdida de peso y desequilibrio hidroelectrolítico, y ocasionar un hipertiroidismo leve, no suele persistir más allá de las 16 o 18 semanas, pero de hacerlo puede ocasionar graves daños en el hígado y provocar una necrosis centrolobulillar grave o una degeneración grasa diseminada, produciendo una encefalopatía de Wernicke o la rotura esofágica. No se conoce exactamente el origen de la hiperémesis gravídica y de allí que sea difícil su tratamiento, parece deberse al aumento rápido en los niveles de estrógenos o de la subunidad beta de la gonadotropina coriónica humana (beta-hCG) en el embarazo.