¿Qué es un óvulo maduro?

El proceso de maduración de óvulo implica el crecimiento folicular que normalmente en el ovario en reposo (primeros días de la menstruación), tienen un diámetro entre 3 y 10 mm. Estas estructuras visibles por ecografía endovaginal contienen los óvulos en sus diferentes etapas de crecimiento; cuando estos folículos han alcanzado un diámetro de 18 mm y los valores de estradiol están acordes al número de estos, se completa la maduración de los óvulos que están contenidos en ellos mediante la administración subcutánea de 250 ug de HCG o de 0.2 mg de triptorelina, los óvulos maduros (metafase II) que se obtengan deben presentar las siguientes características, un tamaño aproximado de 0,14 mm, con una zona pelúcida proporcionada, definida y regular, el espacio perivitelino debe ser prácticamente virtual no debiendo observarse zonas más amplias que aquella en la que se encuentra el corpúsculo polar. La forma ha de ser perfectamente esférica y el citoplasma homogéneo en densidad y sin ninguna estructura en su interior que llame la atención. El corpúsculo polar debe ser ligeramente aplanado, bien definido, único y de contenido también homogéneo.

El óvulo obtenido luego de la aspiración folicular viene en un complejo formado por células de la granulosa llamado cumulus-corona-óvulo, complejo que se lo mantiene cuando se va a realizar una fertilización in vitro convencional o que se lo elimina mediante técnicas químicas y mecánicas cuando se va a realizar ICSI.

El espermatozoide que va a fecundar al óvulo debe ser sometido artificialmente a una serie de cambios en el laboratorio de FIV, a su vez estos cambios (capacitación) también son complementados por la calidad del óvulo al que va a fecundar, teniendo este las condiciones ideales cuando se encuentra en metafase II.

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