En los últimos 30 años se ha duplicado la prevalencia de la obesidad en el mundo en países desarrollados o no, con enormes consecuencias médicas, sociales y económicas, lo que constituye un problema mayor de salud pública. La persona obesa tiene mayor probabilidad de adquirir enfermedades crónicas, degenerativas y neoplásicas, como diabetes, hipertensión arterial, afecciones cardiovasculares, artritis , carcinoma de mama y de colon, etc. La obesidad de ambos miembros de la pareja es también causa importante de subfertilidad e infertilidad manifiesta.
Obesidad es un exceso de tejido graso que sobrepasa los tejidos normales de acuerdo con la talla y el sexo. Sobrepeso es el aumento del peso corporal por arriba de ciertos parámetros de variación del peso ideal, sin llegar a la obesidad. Se considera que alrededor del 30 a 40 % de los casos la obesidad tiene una base genética. Se utiliza el peso corporal como referencia porque es difícil calcular el tejido graso en cada persona, y a partir de este y otros parámetros la obesidad se subdivide en grados mediante el cálculo del índice de masa corporal IMC.
El IMC se calcula tomando como parámetros el sexo, la edad, el peso y la estatura De este modo, se considera un IMC reducido por debajo de 18,5 kg/m2, normal entre 18,5 y 24,9 kg/m2 , sobrepeso entre 25 y 29,9 kg/m2, y obesidad con 30 kg/m2 o más. Esta puede ser de clase I entre 30-34.9 kg/m2, clase II entre 35-39,9 kg/m2 y clase III entre 40 kg/m2 o más. Cuanto mayor es el grado de obesidad, mayor es la afectación endocrina y metabólica. Se considera obesidad mórbida a partir de 35 kg/m2, que es cuando se presentan más complicaciones de salud.
En mujeres obesas existe mayor riesgo de subfertilidad (mayor tiempo de búsqueda hasta conseguir un embarazo espontáneo) e infertilidad, siendo esta tres veces superior que en la mujer con normopeso. Los trastornos de la ovulación, mediados por hiperandrogenismo funcional, insulinorresistencia, alteración en la secreción y acción de la leptina y otras adipocinas han sido establecidos como el principal mecanismo de infertilidad y son más frecuentes cuando se asocia obesidad central (androide) y/o síndrome de ovario poliquístico. Sin embargo, incluso las mujeres obesas normoovuladoras y normorregladas tienen mayor riesgo de infertilidad, por asociación con otros factores, como la calidad ovocitaria-embrionaria o la receptividad endometrial.
Las mujeres obesas presentan un mayor riesgo de menarquia precoz, ciclos irregulares con oligomenorrea o amenorrea, resistencia a la insulina, disovulación o anovulación frecuentemente asociados a síndrome de ovario poliquístico e hiperandrogenismo bioquímico o clínico que puede generar alopecia e hirsutismo. Tienen además una mayor predisposición a presentar hiperplasia endometrial, pólipos endometriales, cánceres hormonodependientes, mayor tasas de abortos bioquímicos y clínicos, diabetes gestacional, preeclampsia, eclampsia, parto pretérmino, tromboflebitis, endometritis puerperal, macrosomia fetal, aumento de malformaciones congénitas, menor tasa de recién nacido vivo sano, etc.
La paciente con obesidad e infertilidad tiene un mayor requerimiento de letrozol, clomifeno o gonadotropinas para la estimulación ovárica, siendo así mismo esta más prolongada, hay mayores tasas de cancelación de los ciclos, mayor incidencia de asincronía folicular, se recuperan menor número de óvulos, mala calidad ovocitaria, tasas de fecundación disminuida, mala calidad embrionaria, menor probabilidad de transferencia embrionaria, menor número medio de embriones transferidos, menores tasas de implantación y gestación.
La mejor forma de prevenir todas las complicaciones descritas y mejorar el pronóstico reproductivo en la mujer obesa es reducir el peso antes de la concepción, natural o asistida. Con al menos una reducción del peso inicial de 5 % ya se puede observar una mejoría en las tasas de ovulación y embarazo y en sus complicaciones.
En nuestra unidad reproductiva disponemos de una especialista en nutrición para ayudar a las pacientes que tienen dificultad para controlar su peso.
Frecuentemente las pacientes obesas tienen parejas masculinas también obesas, al compartir hábitos de vida similares. La obesidad masculina ha sido recientemente relacionada tanto con un empeoramiento de la calidad seminal como con un aumento del riesgo de infertilidad, independientemente del IMC de la pareja femenina. Por lo que, consiguientemente si ambos son obesos tendrán mayor dificultad para concebir.
Numerosos autores han intentado relacionar el sobrepeso y/o la obesidad del varón con diferentes desregulaciones del equilibrio hormonal normal responsable de la producción y funcionalidad del espermatozoide.
En los hombres se ha descrito un aumento relativo de estrógenos, ocasionado por la transformación de andrógenos a estrógenos en el tejido adiposo, acompañado de una disminución de FSH, LH, SHBG (globulina transportadora de hormonas sexuales) y de andrógenos (testosterona), cambios que afectan directamente a la calidad de los espermatozoides y consecuentemente al desarrollo y calidad embrionaria, por lo que aconsejamos al varón la pérdida de peso con dieta y ejercicio, con la guía de nuestra nutricionista.
Además, en estas parejas disminuye la frecuencia de relaciones sexuales, sobre todo, si la mujer tiene también sobrepeso o es obesa, hay mayor frecuencia de disfunciones eréctiles, con lo cual disminuye también la frecuencia de relaciones sexuales, y consecuentemente las posibilidades de gestación.
Los recién nacidos de madres obesas tienen mayor frecuencia de defectos congénitos del sistema nervioso central (como defectos del tubo neural); de los grandes vasos, pared abdominal e intestino, que podrían estar originados por una absorción o distribución insuficientes de nutrientes esenciales como el ácido fólico, y por la hiperglucemia causada por la resistencia a la insulina en el momento de la organogénesis.
La obesidad femenina se ha relacionado también con un mayor riesgo de enfermedades crónicas en la infancia, adolescencia y edad adulta, ya que los hijos de madres obesas tienen predisposición a desarrollar también obesidad, enfermedad cardiovascular, síndrome metabólico y diabetes tipo II. Se sugiere que esto es debido a la influencia epigenética materna en el genoma embrionario (todos los cromosomas), influencias inducidas por la obesidad pregestacional y gestacional.