La implantación embrionaria como evidencia definitiva de poder lograrse artificialmente un embarazo en los tratamientos de reproducción asistida
En la especie humana, en condiciones naturales solo el 35 % de los embriones consiguen implantarse, es decir, solo un tercio de los ciclos considerados fértiles acaban en embarazo. Las causas de esta baja tasa de éxito se comparten entre el embrión (ya que in vivo el 30 % de los blastocistos son morfológicamente anómalos) y una interacción defectuosa entre el embrión y el endometrio materno, son la causa del 30 % de pérdidas gestacionales precoces antes del momento de la menstruación. Estimándose que en pacientes sometidas a tratamientos de reproducción el porcentaje de pérdidas es aún mayor.
Desde que se iniciaron los primeros tratamientos de reproducción asistida, hasta hoy son muchos los conocimientos en diversos campos que se han ampliado y mejorado, conocemos con mayor precisión cada uno de los pasos de la evolución inicial embrionaria, hecho que nos ha ayudado a entender las causas por las que precisamente y en ocasiones de forma repetida, no se culmina con un embarazo evolutivo, sano y viable. Además se han optimizado los fármacos utilizados para la estimulación ovárica y los medios de cultivo que se usan para el desarrollo embrionario en el laboratorio. Los últimos avances están orientados a identificar las moléculas y los genes que se expresan o silencian durante el proceso de implantación a objeto de establecer su patrón de funcionamiento en la paciente.