Infección por citomegalovirus (CMV) ¿qué es?, ¿cómo se transmite?, ¿cuáles son sus síntomas?, ¿qué importancia tiene en reproducción?
El virus citomegálico (citomegalovirus-CMV) es un virus que pertenece a la familia del herpesvirus. Es un patógeno importante en todos los grupos de edad, y provoca defectos congénitos graves, causa una amplia variedad de trastornos de características diversas, desde una infección subclínica asintomática hasta síndrome de mononucleosis caracterizado por fiebre, inflamación de los ganglios, cefalea, dolor muscular, esplenomegalia, cansancio, malestar, etc., (el periodo de incubación oscila entre 20 y 60 días y la enfermedad puede durar entre 2 y 6 semanas) pudiendo causar incluso una enfermedad diseminada en pacientes inmunodeprimidos. Una vez infectado el individuo puede ser portador del virus el resto de su vida. Los órganos de infección latentes en los que se mantiene el virus son: los pulmones, las glándulas salivales y el intestino.
El virus puede transmitirse por contacto directo a través de fluidos corporales como semen, sangre, orina y otras secreciones. No existe ningún tratamiento que nos permita curar y erradicar el citomegalovirus de la persona infectada, así como tampoco vacunas para prevenirlo. Siendo por tanto importante diagnosticarlo en la mujer gestante, debiendo solicitarse este examen en la primera consulta prenatal o incluso en la paciente que planifica embarazarse.
Por estas razones, para los tratamientos de reproducción humana solicitamos la detección oportuna de esta infección a las/los donantes de óvulos y de semen, a objeto de evitar usar gametos contaminados, impidiendo de esta manera la transmisión a embriones, para que no existan complicaciones en el embrión y el feto durante el embarazo por esta enfermedad.
En Estados Unidos, aproximadamente el 1 % de los recién nacidos está infectado con CMV, pudiendo el bebé adquirir la infección durante el embarazo, durante el parto o en la lactancia. Las manifestaciones más frecuentes en el recién nacido son: hepatoesplenomegalia, ictericia, microcefalia con o sin calcificaciones cerebrales, retardo del crecimiento intrauterino, prematurez, etc. Cuando la infección se adquiere durante el parto o en la lactancia, el lactante puede permanecer asintomático.